Los precios de la medicación, y el uso de patentes que impiden el uso de genéricos cuestan vidas.
Reconocemos como sociedad que es necesario que las empresas puedan proteger sus inversiones. Aunque es justificado que la protección a las mismas impliquen un detrimiento del acceso universal a nuevas medicaciones?
Es ético desarrollar fármacos para que sean económicamente rentables para empresas privadas, y sus usuarios objetivos sean aquellos con recursos para poder adquirirlos?
Que tan ético es para un laboratorio tener ánimo de lucro con el desarrollo de nuevos fármacos que tienen la potencialidad de salvar vidas?
Algo interesante es la historia de la vacuna contra la Polio, el trabajo de Salk y Sabin y sobre la cual les voy a compartir algunas partes de un artículo llamado: "Por qué Jonas Salk no quiso patentar vacuna contra la polio" publicado en Alt1040
Tal y como explican en este artículo en Forbes, el hecho de patentar vacuna contra polio le hubiera supuesto a Salk ganancias millonarias, en torno a los siete mil millones de dólares. Ambas vacunas se utilizaron desde la década de los cincuenta, consiguiendo la erradicación de la enfermedad en muchas regiones del mundo.
Curiosamente, una vez en un programa de televisión, Jonas Salk fue interrogado sobre los motivos por los que rechazó patentar vacuna contra la polio. Su respuesta fue sin duda curiosa:
"No hay patente. ¿Acaso se puede patentar el sol?"
Muchos relacionan a Jonas Salk con una forma de hacer ciencia diferente, dedicada al beneficio universal. En el debate existente sobre las patentes, resulta curioso analizar el trabajo de Sabin y Salk, y ver cómo ante posibles beneficios multimillonarios, rechazaron apropiarse de su invención y hacer que fuera accesible a todo el mundo.
"It's much more important to cooperate and collaborate. We are the co-authors with nature of our destiny."
Salk
Lo cierto es que, casi sesenta años después de la invención de la vacuna de Salk, la enfermedad de la polio ha dejado de ser un problema médico de grandes magnitudes a nivel internacional. Su trabajo, junto con el de Albert Sabin, tiene buena parte de la culpa.